¿Qué es el trabajo? ¿Cuales son sus características esenciales? ¿Cual de ellas es más importante?... Muchos han sido los intentos de contestar estas preguntas a través de los tiempos.Las distintas disciplinas de pensamiento a las que afecta esta realidad también han intentado apropiarse de él y resaltar aquellas propiedades del mismo que les afectaban más directamente. El texto contiguo pretende aportar una visión del trabajo que condense los realizados por distintas ramas del saber. Se trata pues de un artículo con un enfoque claramente multidisciplinar que pretende sintetizar el estudio realizado sobre este tema por un grupo de licenciados y doctores compuesto por un teólogo, una pedagoga, un economista, dos abogados y un ingeniero.
Una de las acepciones del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española sobre el concepto trabajo dice: "Esfuerzo humano aplicado a la producción de riqueza" (RAE, 1992: 2003). Aquí se engloban las dos cualidades que la mayoría de las disciplinas consideran consustanciales al concepto: es una actividad humana y busca un resultado tangible (la riqueza no sólo considerada como abundancia de bienes, sino de cualquier otra cosa).
Humanidad del trabajo
El trabajo es un acto de la persona y como tal, no puede entenderse sin este componente esencial. El ser humano tampoco puede comprenderse sin su dimensión de sujeto que trabaja. De hecho, el hombre y la mujer se proyectan en la realidad objetiva que los rodea a través, entre otros, de esta actividad. En la medida que consideremos a la humanidad como la finalidad última de cualquier realidad, el trabajo sirve para que ésta se realice a través de él. Se trata pues de una realidad humana está que al servicio de la autoafirmación y el crecimiento personal. Olvidar esta dimensión cuando se habla del trabajo puede llevarnos a que éste destruya aquello que lo sustenta y le da sentido. Un trabajo realizado para incrementar la riqueza (sea de la clase que sea) de las personas y que esté al mismo tiempo destruyendo o perjudicando a las que lo ejecutan, resulta poco menos que cuestionable.
Producción en el trabajo
Su segunda cualidad es su resultado tangible. De esta actividad derivan bienes, servicios o valores que puestos al servicio de otros o de uno mismo, mejoran su situación. Existe pues una transformación de la realidad (ya sea positiva o negativa), un resultado sensible y experimentable que lo caracteriza. Sin que la actividad desarrollada proporcione unos frutos, necesarios para la subsistencia de la propia persona que los ejecuta o de otras, no podemos afirmar que se ha realizado un trabajo.
Humanidad y producción
Aunque las dos propiedades configuran lo que se entiende por trabajo en nuestra sociedad. Las distintas disciplinas y acercamientos al tema hacen mayor hincapié en una o en otra y de ello derivan conclusiones diferentes. El problema mayor se da cuando se olvida una de las dos dimensiones. Por ejemplo, si consideramos que el trabajo es toda acción o actividad humana, podemos estar incluyendo cualquiera que tenga como única finalidad el recreo o el ocio y entender que leer un libro (por ejemplo), jugar con los niños, o sentarse a tomar un café después de comer son trabajos. Si por el contrario, lo que sucede es que se olvida la dimensión humana, el trabajo puede ser equiparado a la actividad de las maquinas construidas por las personas. La prioridad la tiene entonces el producto derivado de la actividad y eso puede provocar la búsqueda de trabajos muy productivos a costa de la autorrealización y de la dignidad de aquellos que los llevan a cabo.
Las posturas intermedias son las que más favorecen la comprensión del concepto. Aún así cabe preguntarse si existe alguna prioridad entre las dos propiedades, es decir, si una de las dos es más importante que la otra. El producto del trabajo sirve, como ya hemos señalado para incrementar la riqueza. Ésta es disfrutada por personas, de manera que podemos afirmar que el trabajo está realizado por y para los seres humanos. La preeminencia radica pues en el componente de humanidad. De nada sirve una excelente producción si se consigue a traves de métodos que perjudican al hacedor o al destinatario.
Libre
Al resultar el trabajo un acto humano debe ser ejercido en libertad. Si el sujeto actuante se ve forzado a ejecutarlo de una manera obligada, atenta a su dignidad como persona y difícilmente puede resultar beneficioso para sí mismo. Por tanto, la capacidad de elección del lugar de trabajo y de los sistemas para desarrollarlo de la mejor manera posible, son necesarios para que éste redunde en el beneficio de la persona y se constituya en un factor de perfeccionamiento personal. Es importante pues que la economía y la organización empresarial ayuden a incrementar estas opciones y permitir a la mayoría de personas tener estas capacidades de elección. También la educación tiene una labor importante a la hora de preparar a los jóvenes no sólo para tener unas herramientas adecuadas para la actividad a realizar, sino para que sepan utilizar éstas con criterios propios y que el trabajo sea para ellos un motivo de crecimiento personal. La legislación debe defender la posibilidad de escoger el trabajo libremente y condenar cualquier clase de trabajo forzoso.
Apropiamiento de los frutos
En un primer momento el trabajador se apropiaba de los frutos de su propio trabajo. Con estos resultados garantizaba su propia subsistencia (y la de su familia) a través del uso directo de los mismos o de su comercialización o intercambio. Actualmente las personas siguen apropiándose directamente de gran parte de aquello que producen para el autoconsumo o para intercambiar. Sin embargo, la mayoría de los bienes que son comercializados en el mercado, no son propiedad inicial de aquellos que los producen. Los ingresos necesarios para la subsistencia los obtienen a partir de una compensación recibida de aquellos que hacen suyos los frutos del trabajo ajeno. El motivo que ha llevado a esta organización del trabajo en la que los que aportan el capital se apropian de los frutos producidos por los trabajadores ha sido el incremento de la productividad. Es decir, esta estructura de producción consigue con los mismos trabajadores y los mismos recursos, unos resultados mayores.
La legislación debe intentar garantizar que la compensación que reciben los trabajadores por la cesión que han realizado de lo que originariamente era suyo, sea lo suficiente para garantizar su subsistencia. Además, es necesario que esta organización empresarial no priorice excesivamente los resultados de su actividad y que de ello se derive que la persona que trabaja por cuenta ajena deba subordinar su autorrealización a través del trabajo en aras de una mayor producción.
El trabajo como acto humano está al servicio de su hacedor. Los frutos del mismo también deben incrementar la riqueza (en su sentido más amplio) de la humanidad. Por tanto, todos los esfuerzos que se realicen para que el mismo esfuerzo produzca unos resultados superiores, pueden redundar en beneficio de los individuos y de la sociedad que conforman. A pesar de que es importante mejorar las técnicas para racionalizar e incrementar la producción, no se puede olvidar la dimensión humana del trabajo ni ir en contra de ella. La organización legal de un país debe colaborar para que los frutos del trabajo sean los máximos, garantizando al mismo tiempo que las personas que lo realizan puedan hacerlo de la manera más libre posible y que puedan obtener a través de suyo lo necesario para subsistir. La enseñanza debe ofrecer los instrumentos necesarios para que el trabajo se realice de la manera más eficiente posible y al mismo tiempo, para que el trabajador pueda realizarse a través del desempeño de estas actividades productivas.
Economía Básica. F. Mochón.
Economics. Sloman
Principios de Economía. R.G. Lipsey y Colin Harburg.
Lecciones de Economía Española. J.L. García Delgado, Rafael Myro y J.A. Martínez Serrano.
Economía, Teoría y Política. F.Mochón.
Principios Esenciales de Economía. Schiller.
Economía. Samuelson y Nordhaus.
Diccionario de Economía y Finanzas de la COPE. Ramón Tamames y Santiago Gallego.
An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations. Adam Smith.
Laborem Exercens, de Juan Pablo II.
Doctrina Social de la Iglesia.Idelfonso CAMACHO, Madrid, Ediciones Paulinas; Biblioteca de Teología; 1.991.
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Moral Social (Moral de Actitudes lll) Vidal, Marciano: Madrid, Editorial PS, 1991, séptima edición, pág.. 399-406 y 456-460.
Resumen de la Definición de Trabajo.
Los resultados del estudio que hemos efectuado el grupo permanente de los encuentros de Trabajo y Fe sobre qué es el trabajo están resumidos en las siguientes líneas:
El trabajo comparte dos características que coinciden en todas las disciplinas desde las que se ha afrontado este estudio. Estas peculiaridades que lo distinguen de otras realidades son que se trata de una actividad humana y que su finalidad última es la consecución de un resultado productivo que incremente la riqueza del destinatario del mismo.
Toda actividad no humana que consiga unos resultados que mejoren la situación de su destinatario no puede ser considerada así. Las máquinas no trabajan, son los operarios que las manipulan y utilizan los que lo hacen. El concepto adquiere toda su plenitud cuando es un ser humano el que lo desarrolla. Del mismo modo, se necesita que produzca un resultado tangible que sirva para mejorar la situación de sus destinatarios, para cubrir sus necesidades. Ver una película de cine, conversar con los amigos, pasear por el parque... aportan a aquellos que los realizan un placer o un bienestar determinado, pero no podemos afirmar que se trata de trabajos ya que no aportan unos frutos que sean puestos al servicio de uno mismo o de los demás para mejorar su situación.
Una vez descritas estas dos características intrínsecas al propio concepto, se puede establecer una prelación entre las dos. En la medida que la producción del trabajo está al servicio de las personas que lo realizan o de otras, podemos considerar que el componente de humanidad del mismo es el más importante. Sus frutos no tienen sentido si no sirven para mejorar la situación de alguien o dicho de otro modo, para incrementar la riqueza. Por ello están subordinados a las propias personas.
Las dos características anteriores derivan en dos cuestiones complementarias. El trabajo debe poder realizarse en libertad, de modo que sea la persona que lo ejecuta quien pueda elegir el que más le satisface y si quiere o no llevarlo adelante. Además, los frutos que consigue deben poder redundar también en beneficio de aquel que los efectúa. Si esto no fuese así, estaríamos en situaciones más cercanas a la esclavitud que al trabajo.
Por último, decir que el trabajo está al servicio de la persona de manera que debe de intentarse que pueda conseguir el máximo de frutos para que la mejora de sus beneficiarios sea lo más grande posible. Es bueno pues racionalizar su ejecución con esta finalidad última, siempre que ello no vaya en contra de sus ejecutores, es decir, que les perjudique o empeore sustancialmente su situación personal. El trabajo debe servir a la realización de aquellos que lo llevan a cabo.